martes, diciembre 25, 2007

El fabuloso destino de Amelie

Esta era una niña chilena que hace algunos años entro al cine y vio una pelicula llamada Amelie de un director Francés. Al salir del cine su vida cambio, comenzó a escuchar música de acordeón mezclada con violines en el aire. Ya no veía los graffiti ni las rayadas paredes de su ciudad, veía las nubes blancas y el cielo sin smog, la ciudad tenía tonos verdes y rojos contrastantes. Se sentía libre, le dio un billete al señor que pedía limosna sobre el puente y al inclinarse a ver el estero, vio como todos los desperdicios se transformaban en peces naranjos que nadaban en el agua cristalina. Fue así en que su cara en felicidad empezó a repartir sonrisas camino a casa, paso primero a comprarse una falda y a cortarse el pelo, se sentía diferente y especial.

Al llegar a su casa no encontró a nadie, entro a su habitación y se acostó. Al rato decidió llamar por teléfono al chico que le gustaba, al contestar este, inmediatamente ella colgó. Luego estuvo largo rato pensando en una estrategia para que el se acercara a ella, pero no logro que su creatividad arrojara alguna idea. Decidió ir a dar una vuelta, tal vez alguien en el mundo la necesitaba. Ya se oscurecía, aun podía sentir el aire limpio y escuchar los acordeones en sus oídos. Al llegar a la esquina vio que su padre discutía con su madre, el estaba borracho y la golpeaba, en vez de acercarse prefirió correr, mientras corría la noche comenzaba a dar tonos azules, pero ella no los notaba, no podía, solo pensaba en alejarse de ahí. Silencio. Noto que había avanzado muchas cuadras sin rumbo a un lugar que no conocia y estaba cansada. La noche le regalo oscuridad y postes de luz y cables, como los que no existen en Francia, también la noche le saco los violines y acordeones de sus oídos, la noche le regalo sombras a la niña. Unos tipos aparecieron desde la tierra y le pidieron fuego, ella contesto que no tenía, intento buscar en sus bolsillos algo de dinero, pero lo había gastado aquella tarde en el cine, la limosna, la falda y el corte de pelo. Un tipo la abrazo bruscamente desde atrás, le dijo unas cuantas palabras en un dialecto que ella no entendió, solo que estaba segura que francés no era. Intento escapar de las garras de estos tipos que la manoseaban y la golpeaban, pero no pudo. Esta niña, se entrego a la noche.

A la mañana siguiente la ciudad siguió avanzando así, gris como siempre.