sábado, mayo 10, 2008

Mi Noche en Valparaíso.


Recuerdo las noches en que mi orina corría calle abajo y todas las noches de intemperie en que el frío no me dejaba dormir. Pienso en todas las camas, todos los sillones, todos los montones de ropa, todas las maderas, tierras y cementos donde me eché a dormir, muerto…muerto de cansado, de asustado, de extasiado, de borracho, de drogado…

Pienso en los vinos en caja que compartí por alguna de esas tantas escaleras y en todas las cervezas que me bebí en algún bar. En los carretes en las casas de techos altos, como aquella de la calle Rodríguez, en todas las noches que fui bienvenido y en todas las mañanas también. Recuerdo los lugares nocturnos, aquellos que me enseñaron a bailar, entre otras cosas. Pasaba de la cumbia al son cubano en el Proa, luego del pop al new wave en el Pagano o el Mascara, portándome mal en la primera temporada del One way y del Cherry. Realmente hubo un tiempo que bailaba lo que estuviese sonando en el aire, fuesen timbales y yembés en la plazuela el Descanso como el reaggeton y la pachanga un jueves en El Huevo (cuando la kutsmann en sus tres variedades valía $500 el medio, con derecho a un licor de aderezo). En el último año el drum and bass y el dancehall me movían en La Sala después e haberme tomado un trago en algún otro bar. No puedo dejar de mencionar las peñas folclóricas en las que me tomaba un navegado y las fiestas mechonas de la carrera en las que me deslizaba suave. Buenos eran los momentos en que el puerto celebra; año nuevo, carnavales culturales (con sus masivo desenfreno en Cumming y la clausura en el parque Italia), también en el día del patrimonio (donde siempre los Jaivas me hacían saltar) y creo que hasta en los mil tambores anduve metido…en fin cualquier cosa era pretexto pa’l webeo.

Entre todas estas cosas que recuerdo están los lugares que sirvieron de morada, de motel, de escondite, de hogar, de fiesta o lugar de ensayo. Entre esas situaciones están los cerros que caminé y me acogieron, el Esperanza, el Placeres, el Barón, los Lecheros y su ascensor fiestero, el Larraín, el Polanco, la noche que no dormí en rodelillo, la casa en el cárcel y la ex cárcel, la plaza bismarck y la noche esa en la cual 5 dormíamos y 5 despertábamos al placer. Tantas cosas. El cerro alegre en sus dos dimensiones, el concepción, el Bellavista, el cordillera, la echaurren y el Rincón Wanderino, el santo domingo y los besos clandestinos en un balcón que se caía. La subida Artillería y su vista. Quebrada verde, la calle pacifico y el sexo sexo sexo, la wadington, Playa Ancha y los sectores, montedonico y las súper lentejas para el lazarillo, la canaleta del estadio, las torpederas y su pasto…el cementerio. También recuerdo las veces que el bar la torre y el bar el canario me cobijaban hasta que pasara mi primera locomoción. Recuerdo casi todo, podría escribir y escribir, pero no es la idea.

Son las 7:13 A.M. y ya se ve movimiento, estoy acá en el paradero al lado de la aduana y tengo frío, el calor de la noche se extinguió, se quedo en esa cama en la cual seguramente no volveré a entrar. Estoy pesando en que tengo que trabajar mas rato y no puedo dormir hasta tarde, estoy pensando en que debería tener un auto pronto. Estoy pensando en que pronto se viene la devolución de impuestos y estoy pensando en que tengo muchas cosas que hacer en la semana. Estoy pensando y de pronto me detengo, miro todo lo que he escrito y veo los lugares que describo, creo que los lugares no se convierten en otros con el tiempo, la gente es la que cambia. Viene la micro…



Foto: Plaza Anibal Pinto, madrugada 11 de noviembre 2006